Tuesday, December 26, 2023

Historias cortitas. Nostalgia,

  Nostalgia.

 

El caballo lo había dejado atado a la sombra de un arbolito, junto a la cañada que siempre inundaba el rancho del Japones Pereira, así que, al salir del Tango Bar, agarre calle abajo. Salude con una mano levantada a los parroquianos de Club Nacional, algunos en la vereda preguntaron si iba a pescar, las maletas que llevaba en mi hombro estaban redonditas y junto a ellas se delataban mi aparejo y un espinel de chaura gruesa de 12 anzuelos. Asentí con la cabeza y seguí al tranco, me persigne frente a San Cono, salude al Polo Pintos en la puerta del kiosco y cuando llegaba a la escuela, siento un grito de Aloy, que desde la puerta de su casa, en la esquina, me pedía que le trajera algunos bagres para fritar.

Cuando llegué al campito del Japones, vi que comedido como siempre, le había echado un poco de comida al tordillo. Ensille despacio, acomode las maletas y atrás del recado ate con dos tientos, un rollo de lona, que siempre me sirve de cobijo, como el rollito que llevan los vaqueros en las películas del oeste.



Enfile para la Calzada y de ahí, ya en un trote cansino, rumbo a la 56 y para arriba. Los campos estaban verdes, había pájaros de todo tipo y color, como iba tipo tropero, entre la carretera y los alambrados, de vez en cuando el tordillo se resalta cuando alguna perdiz salía revoloteando de los pastizales. En parada Sánchez, entre al boliche del Sordo, saludando, sacudí dos o tres grapas con limón, para rociar la garganta y seguí camino, al llegar al mirador de los Duro, veo a Danilo supervisando el trabajo de un alambrador que traspira con la dura faena, Danilo supervisa, de ayudar nada. Lo saludo sin desmontar y el se acerca a ofrecerme un trago de una de vino de tres litros, que tenia durmiendo a la sombra de unas chilcas.

Cuando llegue a lo de Galengo, el boliche estaba muy bien concurrido por el peonaje de la zona, las vueltas iban y venían, la señora del bolichero, había hecho un guiso de capón y mostacholes que olía espectacular. Después de dos platos y ya cayendo la noche, salí al galope para tratar de llegar al Tornero antes de la oscuridad. En el callejón del almacén de la Ventana, donde esta el frontón de pelota vasca, rumbee por el camino de tropas hasta las orillas del Tornero, donde pensaba acampar por unos días.

Acordándome de los consejos de Don Arroqui, crucé el cauce a caballo y lo primero que hice fue tirar el espinel, así después no tenia que cruzar a pata y mojarme. Volví hasta donde el fogón que mi familia ha usado por décadas y tendí la lona entre los árboles, por si llovía.

Junte leña, prendí el fuego para calentar agua y tomar unos mates, admire la luna, las estrellas, las sombras y los sonidos del monte. Me dormí como un tronco arrullado por los gritos de las gallinetas que abundan en el lugar.

Cuando me desperté, estaba en mi silla reclinable, de frente a la ventana y la nieve había blanqueado toda la ciudad de Toronto.

Mientras preparaba un mate… se me caían las lágrimas.

El Tordillo

 


Tuesday, November 28, 2023

Series de "Mi primer amor'

 Series de "Mi primer amor'

1) Mi primer amor Gastronómico.-

En casa, de chico, nunca sobro nada, pero tampoco nuca falto nada. Siempre de una manera o de otra, mis padres y mis abuelos se encargaban que la mesa estuviera siempre bien servida. Por lo tanto lo que les voy a contar quizás le sorprenda.

Yo tendría  6 o 7 años, mi querida abuela Doña Petrona Trezza de Pintos, me llama para que vaya a hacerle un mandado, que al fin y al cabo, para eso estábamos los gurises.

"Agarre esa canastita con peras y se las lleva a lo de Santarcieri el del almacén de la Cuchilla, asegúrese de comportarse bien, el Pocho es un buen hombre que siempre nos ha tenido buena consideración"

Al tranco salí rumbo a la Cuchilla Santarcieri, que a esa edad me parecía que eran varios kilómetros, unos 15 minutos después entraba al boliche, almacén de ramos generales, salon de reunion del barrio y en épocas electorales siempre canton de algún caudillito politico de la zona.

El Sr. Santarcieri me saludo con un fuerte apretón de manos, como si yo fuera grande, me hizo sentir grande. Recibió la canastita con una sonrisa y un agradecimiento para Doña Petrona y mi abuelo Aniceto.

Cuando estaba ya pronto para volver a casa me pregunta si estoy muy apurado, como le digo que no, me pide si le puedo hacer un favor. Acordándome de las palabras de la abuela le digo que estoy a sus ordenes. 

"Llevele este paquete de Geniol a la viuda de Seijas que vive en las ultimas casas antes de llegar a la via por el callejón, la pobre esta sola y medio enferma hace varios días"

Sin esperar y casi corriendo salí para allí, yo ya conocía la casa porque era una amiga de mi Mama, golpee las manos y enfile para la puerta, la viuda ya me esperaba en la entrada. Entregue el paquete, aguante el pellizco en el cachete y la despeinada que me dio. Saludando respetuosamente me di vuelta y corrí para el almacén.

"Hizo el mandado", "Si señor y la viuda le manda las gracias y saludos" conteste y rumbee para la puerta para irme para las casas.

"Espere, no se vaya" me dijo, se dio vuelta y salio para atrás del mostrador, agarro una de las galletas de campaña, de las mas grandes. Le corto la tapa y la parte de abajo, cuando solo quedaba el hojaldre tierno de la galleta, la corto en dos. Puso los dos trozos sobre un papel de estraza, con un cuchillo fue a la punta del mostrador y corto dos gruesas rodajas de un fiambre que recién le había llegado. Las puso entre los hojaldres de la galleta, me la entrego dándome las gracias por el favor.

Yo no conocía ese fiambre. Me dijo "Es mortadela, que la disfrute" 

Fue el primer manjar que comí en mi vida, fue mi primer amor gastronómico. 

Y lo sigue siendo.