Saturday, March 30, 2019

La paranoia de la comunicación.


En mis 71 años, he andado solo por montes, ríos, caminos, carreteras, países y nunca me sentí solo o aislado o perdido.  Pero ahora veo que he entrado en la misma onda que la mayoría de la gente, que la necesidad de estar siempre comunicado se ha vuelto esencial, también para mí.

Ayer temprano a la mañana, antes de que se vieran en el cielo, las barras que pone la luz de la madrugada, ya andaba haciendo kilómetros, en una zona a 15 minutos de mi casa, se preparaba un día hermoso y pensaba que mochila a la espalda me podría hacer entre 20 y 25 kilómetros de entrenamiento para mi próximo Camino.

En una zona de lindas y exigentes rampas, me encuentro de golpe con una banda de pavos salvajes retozando en un campo que todavía esta en deshielo, eran como 30 y algunos de ellos desplegaban sus grandes plumajes de cola como un abanico. Una escena digna de una foto, del bolsillo del macuto tomo mi teléfono y apunto. Clic, clic, y me quedo sin batería.


Repito, el auto estaba a 15 minutos de mi casa y yo habría caminado una media hora o un poquito más, guarde el teléfono en el bolsillo y seguí caminando tranquilo. No habían pasado ni diez minutos cuando mi cabeza me empieza a jugar con ideas y preguntas.

¿Y si me llaman de casa?

¿Me necesitara mi hija por algo del trabajo?

¿Espero no caerme por ahí y no tener forma de comunicarme?

De mi casa jamás me llaman, mi esposa sabe que estoy caminando y que es uno de los momentos que yo mas disfruto.

Mi hija sabe que hasta el mediodía no es fácil encontrarme, así que, si tiene algo que decirme, lo hace después de las 12.00.

Caerme me he caído muchas veces, he quebrado la canoa en un lugar a horas de la civilización, he cruzado los Pirineos varias veces solo y sin teléfono. He pasado días en diferentes Caminos y países sin reportarme y nunca sentí pánico o necesidad de la tecnología de la comunicación.

Hoy, a pocos pasos de mi casa, sentí que no podía seguir, que tenia que volver al auto lo antes posible y llamar a casa, para hacerles saber que todo estaba bien, que simplemente me había quedado sin batería en el teléfono.

La paranoia se apodero de mi y no camine ni 12 kilómetros cuando ya estaba de vuelta y enchufando el maldito aparato. Nadie me había llamado, no había ningún mensaje, el mundo seguía andando y no había ocurrido ninguna calamidad que necesitara mi atención.

Pero esta paranoia la soluciono enseguida… llevare mis dos teléfonos bien cargados y la batería auxiliar… por las dudas.

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