Esos locos peregrinos |
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Jueves, 04 de Diciembre de 2014 10:26 |
almeida - 4 de diciembre de 2014. Cuando la comodidad se va imponiendo en nuestras vidas, siempre hay algunos que van a contracorriente. El hecho de ser diferente, en ocasiones, llega a marginarles aunque en la mayoría de los casos simplemente son incomprendidos o desplazados. Yo los llamaría «esos maravillosos locos peregrinos». Es incomprensible que teniendo la posibilidad de contar con un buen techo lo dejemos y soñemos con llegar a un albergue donde poder descansar sobre un colchón que ya ha acogido a cientos de peregrinos y que jamás permitiríamos que ocupara un sitio en nuestro hogar. Pero qué felices somos cuando hay uno a nuestra disposición en el albergue, aunque también nos sentimos felices con una simple colchoneta y si no hay ninguna libre, el duro suelo, sobre el que extendemos una ligera esterilla, es el lugar donde dejamos que Morfeo nos rodee con sus brazos y nos permita soñar con las cosas más hermosas. Cuando estamos acostumbrados a que un leve movimiento de nuestra mano libere el agua del grifo que brota al instante para saciar nuestra sed, nos vamos a hacer jornadas sofocantes en las que los poros de nuestro cuerpo van dejando escapar ese líquido vital que se encarga de hidratar nuestro cuerpo y, a pesar de ello, caminamos con la incógnita de encontrar una fuente o un manantial que nos permita reponer todos los fluidos que se han ido escapando. Dejamos la comodidad de los medios que nos llevan de un lugar a otro sin hacer ningún esfuerzo y, en su lugar, caminamos largas jornadas con el cansancio acumulado en nuestro cuerpo y su reflejo en nuestro rostro. Las inclemencias del tiempo, que en la comodidad de nuestras vidas diarias son la perfecta excusa para en muchas ocasiones salir de casa, solo es un ligero contratiempo cuando estamos en el camino. Cuando llueve, una capa parece que nos protege de la lluvia aunque terminemos calados. Cuando hace frío, el ejercicio físico y las prendas de abrigo nos ayudan a soportarlo. En los días calurosos nunca encontramos una sombra que vaya regulando la temperatura de nuestro cuerpo y cuando hay nieve en el camino, el andar se hace más pausado y difícil. Acostumbrados a que al hacer la pequeña compra diaria no seamos capaces de llevar una pequeña bolsa con las provisiones y sin embargo en el camino andamos durante muchas horas con una mochila excesivamente pesada, colgada a la espalda durante toda la jornada. ¿Por qué cuando tenemos una vida cómoda buscamos la incomodidad que representa el camino? Solo hay una respuesta lógica. Eso solo lo hacen algunas personas que son unos maravillosos locos que ven las cosas de una forma muy diferente, aunque muchos días el bajón físico y moral nos haga preguntarnos «¿pero qué es lo que hago yo aquí?». Sin embargo, enseguida se olvidan las penalidades y se vuelve a contemplar la hermosura del horizonte que se dirige hacia poniente. Los peregrinos que caminan a Santiago son unos seres muy especiales para quienes la adversidad está siempre fuera de su ruta y en el horizonte solo ven la esperanza y la ilusión de lo que les deparará esa y las siguientes jornadas. Una peregrina que brilla con luz propia en el camino, porque ella es el camino, decía una frase que podía resumir la ilusión con la que se afrontan las incomodidades y los contratiempos del camino: «cuando cargo la mochila a mi espalda, me quito un gran peso de encima». Esto es para esos locos maravillosos lo que representa el camino: una liberación que les hace despojarse de todas las cosas que les sobran. Porque en el camino, para ser felices, es necesario muy poco. |
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