Saturday, May 3, 2014

León, dos anecdotas del Camino.

¿Se acuerdan de “el moraooo”?

 Les vuelvo a contar la historia, así entienden la anécdota. Tanto Jordi como yo, en una de las etapas, veníamos con problemas intestinales, al pasar por uno de los pueblos, paramos en un pequeño bar para descansar, tomar algo y prepararnos para el resto del día. La mayoría del grupo con el que usualmente viajábamos estaba ya ahí. Tenía urgente necesidad de ir al baño, el del bar era bien pequeñito y sin ninguna ventilación, casi no lo uso porque me daba vergüenza de las consecuencias para mis amigos, ya que estaba a un metro de la mesa donde todos se reunían, pero no tuve más remedio que usarlo. Al salir un chico que veía por primera vez, estaba esperando para entrar, por cortesía, le digo que no le recomendaba que entrara enseguida, que era zona contaminada, pero se ve que se lo tomo a broma… dos minutos después salía a la disparada del bar, su cara morada me decía que no había respirado por varios minutos.


Al llegar al albergue de León, me asignan una cama en el medio de un salón donde debería de haber alrededor de 80 lugares, me preparo las cosas para ir a darme una ducha, en la cama justo detrás de la mía, a un metro de distancia, una persona dormía su siesta tapado hasta la cabeza, yo trate de no hacer ruido para no molestarlo, pero Jordi discutía al final del salón con un hospitalero, lo que hizo que la persona se despertara. Se destapo, miro a su alrededor, me miro y cuando se dio cuenta de quién era su vecino, su cara adopto una expresión de terror, quizás pensando en aquel día del baño, yo lo salude y me fui hacia las duchas. Mi vecino era “el moraooo” de aquel fatal encuentro, me miro a los ojos como con odio y ni me saludo.

Cuando vuelvo de las duchas, ya había juntado sus cosas y se había ido del albergue… nunca más lo vimos.

Esta foto de Artabron, les dara una idea de como se ve un dormitorio cuando
los peregrinos comienzan a descargar sus pertenencias.
No hay peor cuña que la del mismo palo.

Como yo soy un hombre entrado en edad (viejo) y lo aparento, siempre que llego a un albergue, pido por una cama o litera baja, ya que me cuesta mucho trabajo subir y bajar a la litera superior. Las idas al baño a media noche se vuelven una verdadera aventura, parezco Tarzán bajando del árbol, con gritos incluidos.

Generalmente los encontramos asi cuando llegamos. Los grandes salones llenos de literas
estan casi siempre muy limpios y cuidados. Tambien hay de los otros.

Al arribar al albergue, un hospitalero catalán como Jordi, lo más probable que de la misma Igualada, fue el encargado de llevarnos hasta nuestros lugares para dormir.

A mi muy gentilmente me asigna una litera baja, para que estuviera cómodo, a Jordi, lo lleva a la última fila de literas y le da la superior en medio de un pasillo. Mi compañero de viaje, un hombre muy gentil y educado para hablar, le pide dirigiéndose a él en catalán, si no le puede dar una cama de abajo, ya que el también a sus sesenta, tiene trabajo para subir. Y que además hacia unos días que veníamos con problemas estomacales y los viajes al baño eran muchos y seguidos.

El hospitalero, de muy mala manera, le respondió en catalán, no sé lo que le dijo porque no llegue a entenderlo. Mi amigo se monto en furia, nunca lo había visto así, d inmediato empezó a juntar sus cosas para marcharse, su interlocutor continuaba su diatriba en el mismo idioma. La verdad que el gentil y dulce Catalán que me acompañaba desde Francia, no era este que con cólera quería irse del lugar. Estaba más caliente que viuda joven en noche de carnaval.
Como Jordi, a pesar de sus sesenta, todavia se ve joven y esbelto, su paisano,lo queria
hacer dormir en una litera alta. Se calento como caldera de lata.

En español, intercedí, para tratar de calmar los ánimos. Le explique al hospitalero la situación de que andábamos juntos y que era el que siempre me ayudaba en el Camino, por lo tanto si Jordi se marchaba y nos separaba, me estaba haciendo mucho daño. De mal modo y gana, le señalo otra litera a mi amigo, se dio vuelta diciendo algo que no entendí y se fue como pateando piedras por el pasillo.

Por un rato, se veía en los ojos de Jordi una furia para mi desconocida. Murmuraba en catalán hasta que volvió de la ducha… repitiendo algo que yo no comprendía pero entendía. 

Tienen razón los que dicen que no hay peor cuña que la del mismo palo.

Se le paso la mala leche al rato, nos vestimos y salimos a recorrer León, una de las ciudades grandes del Camino que mas me gusto e impresiono.

La seguimos después, ya que hasta Santiago no paro y hay mucho para contar.

El Humedo, es donde se concentra la noche de Leon. 

Vista nocturna de la Plaza Mayor.

Los maravillosos vitrales de la Catedral de Leon.



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