De Logroño
a Torremontalbo las preguntas y las respuesta que ambos nos hacíamos, iban a
ritmo de metralleta, parecía que esos 40 años sin vernos se nos habían atorado
en la garganta y ahora salían a las carreras buscando borrar el tiempo.
Estuve de visita
con Kitty por unas 36 horas, fueron maravillosas y bien aprovechadas, me conto
y le conté un montón de cosas, hablamos de nuestras familias, de los sueños
cumplidos y de los abandonados. Nos sentábamos en el jardín de su casa, a la
sombra, a tomar vino y conversar, los temas nunca se terminaban porque siempre
había otro que saltaba a la palestra a sustituir el anterior.
Salí a
recorrer las viñas y el viejo pueblo, recorrí sus viejos callejones de tierra y
me interne por un camino que después supe que se unía al Camino de Santiago en
la ciudad de Nájera. De haberlo sabido antes hubiera seguido caminando desde
ahí, en vez de haberme tomado el ómnibus para reintegrarme al Camino en Santo
domingo de la Calzada.
El aroma de
la uva madurando y el verde de las viñas me embriagaban casi de la misma forma
que el producto final lo hace. La paz que me rodeaba invitaba a la reflexión y
traía recuerdos viejos y nuevos. El Camino que había quedado atrás en Logroño,
me llamaba, esa noche antes de dormirme, decidí que a pesar de estar en un
lugar hermoso y con la querida compañía de Kitty y su familia, debía partir lo
antes possible.
Temprano a
la mañana hicimos un largo desayuno, donde nos echamos varias horas de charla,
después comenzamos a caminar hacia los edificios de Bodegas Amezola de la Mora,
que está a unos 500 o 600 metros de la residencia familiar, en un camino
totalmente bordeado de viñedos. Las hijas de Kitty que regentean la operación y
el personal estaban todos abocados a sus tareas, falta poco para la vendimia y
hay mucho que hacer antes de eso. Nosotros recorrimos las hermosas
instalaciones, las bodegas de almacenamiento, la zona de envasado y finalmente,
el plato fuerte. Recorrí los túneles donde el vino duerme ese sueño ancestral
que le da forma y sabor a su alma bendita.
Las cavas rebosantes
de vinos en diferentes estados de fermentación o de crianza, tenían ese olor
embriagante de alcoholes antiguos, humedad sagrada y ese toque especial que dan
los túneles subterráneos donde no se sabe que se va a encontrar en la próxima
curva.
Cuando
volvimos a la casa, encontré que el personal, me había lavado y hasta planchado
todas mis cacharpas, con pena le di las gracias, porque sabía que todo iría en
un rollo en la mochila, desperdiciando el esfuerzo que habían hecho.
Cenamos,
conversamos, tomamos otros vasitos de buen vino de la casa, de a poco una
tristeza se empezó a apoderar de mi y creo que de Kitty también, a pesar de que
todavía no lo había dicho, los dos sabíamos que yo ya estaba ansioso de seguir.
Esa noche dormí como un lirón, pero temprano a la mañana, mi mochila ya estaba
pronta para partir, después del desayuno ella me acompaño a la carretera y nos
despedimos con un abrazo y un beso. En el aire quedo la invitación de ella y mi
deseo de volvernos a ver en Madrid antes de mi retorno a casa.
En ómnibus
me dirigí a Santo Domingo de la Calzada, desde donde seguiría mi Camino.
Los invito
a mirar las fotos y a seguir conmigo, ya saben que…. Hasta Santiago no paro.
Ha sido entrañable verte después de tanto tiempo, charlar y sobretodo recordar!!! me hubiera gustado que te quedarás en casa más días pero tu impaciencia por continuar el camino era palpable, espero que no vuelvan a pasar 40 años para un nuevo encuentro por que sino ........... Muy bonitas las fotos que sacaste pero sinceramente había necesidad de colgar la que tienes conmigo? Besos a tu Santa esposa y un fortísimo abrazo para ti.
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