Se resiste más
la cabeza que el físico. Hoy a las cinco de la mañana, me despierto con la idea
de salir a hacer una caminata temprano, la lluvia pegaba contra el
vidrio de la ventana de mi cuarto y se sentía el repiqueteo del agua sobre la
mesa del patio. Como aliviado, me di vuelta, prendí la radio y me apronte para
estirar la estadía en la cama.
¿Está lloviendo, como voy a ir a caminar?
Pasan unos
minutos y empiezo a tener una discusión conmigo mismo, esas conversaciones que mantienes
en tu cabeza, pero que nunca podes llegar a ganar un argumento porque por los
lados tienes razón… ¿les paso alguna vez?
La lluvia intense de anoche dejo el Humber River marron y turbulento.
Al fin y al
cabo cuando ande en El Camino, voy a tener que caminar todos los días, aunque
llueva o el sol raje la tierra, entonces porque usar la excusa de la lluvia
para seguir durmiendo y gandulear.
Salte de la
cama, me vestí, agarre la mochila, cargue la cantimplora, puse una banana,
agarre una campera impermeable, me puse las botas, prendí el celular, puse la
Montecarlo y salí a paso apurado para alejarme de casa lo antes posible… no quería
que mi mente me pusiera otro freno.
Mientras
escuchaba el noticiero y después Aquí esta su disco, camine sin parar por tres horas y media
… el cuerpo no tenía problemas y respondió fenómeno, la mente todavía bajo
la lluvia me rezongaba y seguía discutiéndome sobre las ventajas de dormir
hasta las ocho.
Partes del sendero que uso frecuentemente, estaban inundadas.
Me hace acordar del Santa Lucia chico sobre el Paso Paraguay.
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