El subir y
bajar por caminos en persecución de una meta a la que ya han arribado millones
de persona, desde la edad media, quizás no parezca nada interesante para
muchos. Para mi es la busca de la continuidad, esa que nos trae progresando física
y espiritualmente, desde los principio del hombre en la Tierra.
De por si
la raza humana es caminante, nómada, y siempre ha avanzado buscando nuevos horizontes.
Esos horizontes siempre fueron geográficos, hoy en día, donde ya casi no
existen lugares donde, como raza humana, no hayamos dejado pisada, debemos
buscar esos lugares recónditos, dentro de nosotros mismos.
Una cosa
que yo me estoy dando cuenta, es que cuando ando solo, en el sendero y por
muchas horas, la mente empieza a volar y me lleva a lugares en los que no reconozco
haber estado antes. Me cuenta cosa que yo no sabía que sabía, me hace preguntas
para las cuales no tengo respuesta, pero que me sirven para ir más profundo a
buscarlas.
De a poco,
me doy cuenta de que el Camino de Santiago, no es solo un lugar geográfico,
sino que es un lugar que todos llevamos adentro, con cualquiera sea el nombre
que le queramos dar.
Pienso que
aunque por cualquier razón no pudiera ir a España a seguir mi sueño, igual ya
he tenido el beneficio de haberme mejorado un poquito a mí mismo. Y en definitiva,
cuando uno se mejora a sí mismo, también mejora o ayuda a mejorar todo lo que
lo rodea.
Como dijo
el gran poeta español Antonio Machado…
“caminante
no hay camino
Se hace
camino al andar”
Yo, como
otro hijo de la viuda, seguiré mi camino
hacia el Oriente, buscando conocerme a mí y al mundo que me rodea, un poco mas
cada día, y me sentare a reflexionar bajo la sombra de las acacias, cada vez
que se me de la oportunidad.
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