Con Isabel
y Walter BIzera y mi esposa Titina, estamos en la carretera y termo en mano a
las cuatro y media de la mañana, ya que nos esperaban 8 horas de ruta, sin
contar las paradas que se tenían programadas. La primera parada fue en Rigaud,
muy cerca de Montreal, donde se encuentra un centro de peregrinación, dedicado
a la Virgen de Lourdes, con sus senderos y una gruta preciosa.
Después de
una larga y muy sentida visita al lugar, nos dirigimos a la ciudad de Quebec,
donde recorrimos sus murallas y calles angostas, disfrutando de un lugar que
parece más estar en Europa que en Canadá.
Ya que estábamos
en la zona, decidimos visitar Sainte Anne de Beaupre, un pueblo a 35 kilómetros
de Quebec, donde se encuentra una fabulosa basílica dedicada a la Santa Madre
de la Virgen Maria.
A la vuelta
visitamos las Cascadas de Montmorency, a las cuales subimos en aerocarril para
recorrer los senderos y caminar por los puentes flotantes. Un lugar hermoso,
donde el paisaje del Rio San Lawrence le pone un telón maravilloso.
Por la
tardecita volvimos recorrer la antigua ciudad de Quebec, que tanto de noche
como de día, es un lugar realmente lindo y pintoresco.
Se nos fue
el fin de semana como agua entre las manos y comenzamos el viaje de retorno
contentos por todo lo lindo que habíamos visto y lo bien que lo pasamos. Los kilometros se hicieron cortos, disfrutando de los colores que nos esta trayendo la proximidad del invierno.
Un viaje
corto en tiempo pero muy sabroso por los lugares y la compañía.
Estas van de yapa...
Estas van de yapa...
Estas dos fotos no son mias, pero las pongo para mostrar lo majestuoso de la basilica de Sainte Anne de Beaupre.
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