"El Ojo de Ulma" Por Jesusús Perdomo
"Grande ", “del Palmar", "de los Difuntos", "del Potrerillo", "de
los Ahogados", "de Navarro", "Negra", la llamó el hombre blanco...
"Ulmá", la oscura había dicho el indio en guaraní.
"Grande ", “del Palmar", "de los Difuntos", "del Potrerillo", "de
los Ahogados", "de Navarro", "Negra", la llamó el hombre blanco...
"Ulmá", la oscura había dicho el indio en guaraní.
Como un enorme ojo liquido, la gran Laguna centra una región donde
el agua es reina y señora: bañados, esteros arroyos, sangraderos, cañadas...
Al oeste, las enmarañadas Sierras vigilan. Infinitos Palmares
butiaseros se arrastran densos por el llano, y se atreven a escalarlas,
peleándole lugar al arisco monte aborigen. Abajo, abriendo secretos
laberintos, una rica fauna nativa corretea, escondida y protegida.
¿Quiénes fueron los primeros "actores" que llegaron a este "escenario"
del "Ojo de Ulmá"? No lo sabemos. Sí sabemos que hace tres o cuatro
mil años, por lo menos, se asientan por aquí los hombres más antiguos
que dejan huella física de su paso. Son los constructores de "Cerritos",
con presencia marcada en la costa norte de la laguna negra. El vecino
don Antonio Massiotti ha sentenciado: "Los Cerritos de Indios son
nuestras pirámides".
Fue desenterrado el esqueleto de un perro que corrió y cazó junto a
sus amos por campos del Potrerillo, dos mil años antes de llegar el
español a América. Algo más al norte, donde los cerritos se cuentan
por cientos, están tomando forma las excavaciones de arqueólogos
profesionales. Los datos iniciales que manejan nos permiten ya entrever
un mundo cultural insospechado y fascinante.
Desde muy antiguo, los paisanos -jinetes de paso y vecinos de la zonasabían
de estos misteriosos aborígenes, ¿arachanes?, ¿tapuiás?... Por
eso, al norte del "Ojo de Ulmá", bautizaron parajes como "Cerros de los
Indios", "Rincón de los Indios", "Arroyo de los Indios" (el único arroyo
del país hoy borrado del mapa por mano del hombre).
Precisamente, la gran Laguna se llamó "de los difuntos" por los esqueletos
Indígenas que aparecieron, rodeados de piedras, en la Sierra costera. Y desde
1940, la pintoresca ruta que acompaña el borde oeste del "Ojo de Ulmá",
asomando al viajero a panorámicos "balcones de Palmares, lleva el
sugestivo nombre de "Camino de los Indios.
Infinitos años después de los "cerriteros", empiezan a reflejarse en el
oscuro espejo de "Ulmá" los penachos de plumas de los Guenoa-charrúas.
Los atrae seguramente el misterioso gran ojo líquido, oscuro v
rebosante de pesca, con abrigo de la sierra para el invierno y arenal
playero para el verano...
Cuando, por las obras de 1979, la Laguna bajó las aguas a sus niveles
históricos, quedaron a la vista paraderos indígenas repletos de piezas
liticas, particularmente en la orilla sureste: miles y miles de puntas de
flecha, rascadores, morteros, rompe-cocos... O bien pasaron por aquí
infinitas tolderías a lo largo de mucho tiempo o ésta era una "estación
de baños" (?) muy popular y concurrida entre las tribus de la región...
¿Cuál de estas tolderías habrá bautizado un Cerro, solitario al oeste
del "Ojo de Ulmá", con el dulce nombre guaraní' "Lechiguana"
¿Quiénes fueron los primeros hombres blancos que pisaron el circulo
arenoso del oscuro lago "Ulmá"? Sin duda, exploradores Jesuítas por
1670, los ojos mejor entrenados para inventariar recursos que abastecie-
ran su proyecto teocrático-socialista de las misiones. La negra Laguna
"Ulmá" con sus esterales, era ía muralla acuática que protegía -por el
este- la fabulosa "mina de cueros y sebo" de la "Vaquería de la Costa
del mar de Castillos", como rezaban los documentos jesuíticos.
Sabemos si quién fue el primer portugués que pisó las arenas de la
orilla este de "Utmá". Se llamaba Domingo Filgueiras. En 1703 a pie,
abrió comunicación por tierra entre la recién fundada Colonia do
Sacramento y el Rio Grande.
Más tarde, en 1724, un audaz faenero porteño avanzó, haciendo corambre,
sebo y grasa hasta la arisca orilla serrana de la gran Laguna.
Allí estableció campamento. Era Francisco Navarro, abastecedor de
Buenos Aires. Hasta hoy, dándole nombre a los ocho cerros, quedó su
apellido: "Cerros de Navarro".
Los portugueses en su "pulseada" con España, son excelentes lectores
de mapas. Notan que entre la gran Laguna y sus esteros y el océano,
corre un estrecho istmo arenoso: La Angostura.
Si, en el punto mas angosto, apretado entre "Ulmá" y el mar, colocan
una "Puerta de Piedra", que puedan abrir y cerrar a voluntad, podrán
controlar para su beneficio el movimiento de tropas y pobladores
bloqueando el paso obligado para incursiones españolas
hacia el norte. Esa estratégica«puerta de piedra será la fortaleza.
Cuando en 1762, el portugués Osorio empieza a clavar en el suelo de
la Angostura sus primeras trincheras de "palo a pique", la "paz india"
de la oscura "Ulmá" se quiebra para siempre.
España, siempre de contragolpe, aprende con seis meses de atraso lo
que ya sabían los portugueses. Manda desalojarlos... Desde Maldonado
avanza el General Pedro Zeballos, el primer geopolítico español en
esta zona. Mil quinientos dragones, doce cañones, caballadas, bueyes,
ganado para consumo, ciento ochenta carretas con parque, víveres y
sanidad. ¡Jamás la mansa "Ulmá" había presenciado semejante movilización!
Zeballos se arrima, avanzando escondido en el espeso Palmar
de Castillos. En lo mas cerrado del mismo, hasta hoy se conserva una
"calle", un claro artificial, de veinte metros de ancho por más de un
kilómetro de largo: paso abierto por Zeballos -cuenta la tradición
local- para poder trasladar sus cañones y carretas.
Tres mil hombres españoles y portugueses traban batalla. Dos días
con sus noches resuenan los gritos, truenan los arcabuses, retumban
los cañones. Finalmente, Zeballos le cierra la "puerta en las narices
a Portugal.
"Santa Teresa", ahora española, empieza a levantarse en medio de un
árido arenal. Ni un árbol. Leña, madera y paja deben acarrearse desde
las Sierras de Navarro, al otro lado de la gran Laguna. "La Balsa",
"La Canoa" y "La Lancha" son los tres primeros fletes marineros que
cabalgan la oscura pradera líquida de "Ulmá".
Indios cortaban leña, indios manejaban las barcas, indios descargaban
en Santa Teresa. Indios tapes misioneros la mayoría, algunos pampas
también. Bien puede calcularse en 700 los indios ocupados en la fortaleza
por 1775, los antiguos abuelos de tantos rostros cobrizos, de pelo chuzo
y callada mirada, oscuros y mansos que vemos hoy en torno al "Ojo de Ulmá",
oscuro y manso también.
1811, setiembre... Ráfagas de humo barren la gran Laguna. Recortándose
como oscura culebra contra el sol naciente del mar, una lenta
caravana avanza, subiendo y bajando médanos. Reflejándose en el
"Ojo de Ulmá", desfilan jinetes de hombros caídos y desamparo en la
mirada, carretas apresuradamente cargadas, niños, viejos, mujeres,
algunos perros... Pasan como sonámbulos rumbo al suroeste .
Son los ciento y pico de vecinos del pueblo de Santa Teresa, las familias
de la guarnición, pulperos, capataces de carretas, peones, que se han
puesto "en redota", escapando de la invasión portuguesa y buscando
refugio allá lejos, junto a Artigas... Aquí en Santa Teresa, está comenzando
el Éxodo del Pueblo Oriental. "Ulmá" presenció como quemaban
sus ranchos y se ponían en marcha...
1820. Transitando en el mismo sentido que "la redota", el "Ojo de
Ulmá" ve pasar una diligencia. Lleva al sabio francés Auguste de Saint
Hilaire. Entre otros, tiene el mérito de rescatarnos del olvido el nombre
indio de la Laguna Negra: "Le lac des Oulmaés"...
1825. Diciembre 30. La noche está muy oscura. Luego de un día en
que el sol de verano ha castigado con furia sus negras aguas, "Ulmá"
duerme confiada, arrullada por el bicherío menudo del bañado de la
Angostura, al sur...
De golpe se despierta, todo el oscuro circulo de aguas alerta. Un gran
silencio se hace en el bicherío del bañado. La vieja y sabia "Ulmá"
se pone a escuchar... Poco a poco un chapoteo lejano y sordo se va
acercando: caballos que cruzan el bañado. Trescientos jinetes, sombras
en la sombra, avanzan sigilosos. "Ulmá" sonríe. Conoce a esos jinetes.
Sabe quién los manda. Sabe a dónde van, agazapados como indios...
Es Leonardo Olivera con sus 300 gauchos. Han cabalgado de noche,
escondiéndose de día. Van a caerle por sorpresa a los brasileros de
Santa Teresa, tomándola para la Patria. "Ulmá" está de fiesta...
1897. Mayo 24. Es mediodía en campos de Risso, junto a la Laguna. Para
el lado de la "Lechiguana" se escuchan tiros, cada vez más nutridos. Al
Tiempo, una estirada columna de jinetes galopa en disparada, buscando
el abrigo del espeso Palmar en la punta del estero de la Angostura.
Eran tiempos revueltos. Dos meses atrás, Aparicio Saravia y Diego
Lamas Habían invadido el país empezando la Revolución del 97.
Ya habían sucedido "Tres Árboles" y "Arbolito". También junto a
"Ulmá", la oscura, vendrían hermanos orientales a enfrentarse hasta
la muerte...
Les fue mal a los revolucionarios de Marcelo González... El tiroteo y la
disparada de jinetes blancos había comenzado dos horas antes en la
zona del "Maturrango", desplazándose la acción hacia la "Lechiguana",
buscando los fugitivos encontrar vía de escape por la Angostura rumbo
al Brasil, huyendo de las huestes gubernistas del Coronel Manduca
Carabajal.
Este combate de "Maturrango- Lechiguana" fue la acción más importante
librada en territorio róchense, cuando el 97. Allí se enfrentaron
dos contingentes nutridos -por lo menos 350 combatientes por bando-
hubo heridos, hubo muertos, se tomaron prisioneros... Un combate
en toda regla.
¿Cuántos secretos guardarán los Palmares y esterales de esa rinconada
junto a la Laguna Negra? ¿Cuántas lanzas, trabucos y carabinas -abandonadas
en la premura de la disparada al Chuy- estarán durmiendo
olvidadas en el fondo del bañado de la Angostura?...
Solamente, la vieja y sabia "Ulmá" puede saberlo.
el agua es reina y señora: bañados, esteros arroyos, sangraderos, cañadas...
Al oeste, las enmarañadas Sierras vigilan. Infinitos Palmares
butiaseros se arrastran densos por el llano, y se atreven a escalarlas,
peleándole lugar al arisco monte aborigen. Abajo, abriendo secretos
laberintos, una rica fauna nativa corretea, escondida y protegida.
¿Quiénes fueron los primeros "actores" que llegaron a este "escenario"
del "Ojo de Ulmá"? No lo sabemos. Sí sabemos que hace tres o cuatro
mil años, por lo menos, se asientan por aquí los hombres más antiguos
que dejan huella física de su paso. Son los constructores de "Cerritos",
con presencia marcada en la costa norte de la laguna negra. El vecino
don Antonio Massiotti ha sentenciado: "Los Cerritos de Indios son
nuestras pirámides".
Fue desenterrado el esqueleto de un perro que corrió y cazó junto a
sus amos por campos del Potrerillo, dos mil años antes de llegar el
español a América. Algo más al norte, donde los cerritos se cuentan
por cientos, están tomando forma las excavaciones de arqueólogos
profesionales. Los datos iniciales que manejan nos permiten ya entrever
un mundo cultural insospechado y fascinante.
Desde muy antiguo, los paisanos -jinetes de paso y vecinos de la zonasabían
de estos misteriosos aborígenes, ¿arachanes?, ¿tapuiás?... Por
eso, al norte del "Ojo de Ulmá", bautizaron parajes como "Cerros de los
Indios", "Rincón de los Indios", "Arroyo de los Indios" (el único arroyo
del país hoy borrado del mapa por mano del hombre).
Precisamente, la gran Laguna se llamó "de los difuntos" por los esqueletos
Indígenas que aparecieron, rodeados de piedras, en la Sierra costera. Y desde
1940, la pintoresca ruta que acompaña el borde oeste del "Ojo de Ulmá",
asomando al viajero a panorámicos "balcones de Palmares, lleva el
sugestivo nombre de "Camino de los Indios.
Infinitos años después de los "cerriteros", empiezan a reflejarse en el
oscuro espejo de "Ulmá" los penachos de plumas de los Guenoa-charrúas.
Los atrae seguramente el misterioso gran ojo líquido, oscuro v
rebosante de pesca, con abrigo de la sierra para el invierno y arenal
playero para el verano...
Cuando, por las obras de 1979, la Laguna bajó las aguas a sus niveles
históricos, quedaron a la vista paraderos indígenas repletos de piezas
liticas, particularmente en la orilla sureste: miles y miles de puntas de
flecha, rascadores, morteros, rompe-cocos... O bien pasaron por aquí
infinitas tolderías a lo largo de mucho tiempo o ésta era una "estación
de baños" (?) muy popular y concurrida entre las tribus de la región...
¿Cuál de estas tolderías habrá bautizado un Cerro, solitario al oeste
del "Ojo de Ulmá", con el dulce nombre guaraní' "Lechiguana"
¿Quiénes fueron los primeros hombres blancos que pisaron el circulo
arenoso del oscuro lago "Ulmá"? Sin duda, exploradores Jesuítas por
1670, los ojos mejor entrenados para inventariar recursos que abastecie-
ran su proyecto teocrático-socialista de las misiones. La negra Laguna
"Ulmá" con sus esterales, era ía muralla acuática que protegía -por el
este- la fabulosa "mina de cueros y sebo" de la "Vaquería de la Costa
del mar de Castillos", como rezaban los documentos jesuíticos.
Sabemos si quién fue el primer portugués que pisó las arenas de la
orilla este de "Utmá". Se llamaba Domingo Filgueiras. En 1703 a pie,
abrió comunicación por tierra entre la recién fundada Colonia do
Sacramento y el Rio Grande.
Más tarde, en 1724, un audaz faenero porteño avanzó, haciendo corambre,
sebo y grasa hasta la arisca orilla serrana de la gran Laguna.
Allí estableció campamento. Era Francisco Navarro, abastecedor de
Buenos Aires. Hasta hoy, dándole nombre a los ocho cerros, quedó su
apellido: "Cerros de Navarro".
Los portugueses en su "pulseada" con España, son excelentes lectores
de mapas. Notan que entre la gran Laguna y sus esteros y el océano,
corre un estrecho istmo arenoso: La Angostura.
Si, en el punto mas angosto, apretado entre "Ulmá" y el mar, colocan
una "Puerta de Piedra", que puedan abrir y cerrar a voluntad, podrán
controlar para su beneficio el movimiento de tropas y pobladores
bloqueando el paso obligado para incursiones españolas
hacia el norte. Esa estratégica«puerta de piedra será la fortaleza.
Cuando en 1762, el portugués Osorio empieza a clavar en el suelo de
la Angostura sus primeras trincheras de "palo a pique", la "paz india"
de la oscura "Ulmá" se quiebra para siempre.
España, siempre de contragolpe, aprende con seis meses de atraso lo
que ya sabían los portugueses. Manda desalojarlos... Desde Maldonado
avanza el General Pedro Zeballos, el primer geopolítico español en
esta zona. Mil quinientos dragones, doce cañones, caballadas, bueyes,
ganado para consumo, ciento ochenta carretas con parque, víveres y
sanidad. ¡Jamás la mansa "Ulmá" había presenciado semejante movilización!
Zeballos se arrima, avanzando escondido en el espeso Palmar
de Castillos. En lo mas cerrado del mismo, hasta hoy se conserva una
"calle", un claro artificial, de veinte metros de ancho por más de un
kilómetro de largo: paso abierto por Zeballos -cuenta la tradición
local- para poder trasladar sus cañones y carretas.
Tres mil hombres españoles y portugueses traban batalla. Dos días
con sus noches resuenan los gritos, truenan los arcabuses, retumban
los cañones. Finalmente, Zeballos le cierra la "puerta en las narices
a Portugal.
"Santa Teresa", ahora española, empieza a levantarse en medio de un
árido arenal. Ni un árbol. Leña, madera y paja deben acarrearse desde
las Sierras de Navarro, al otro lado de la gran Laguna. "La Balsa",
"La Canoa" y "La Lancha" son los tres primeros fletes marineros que
cabalgan la oscura pradera líquida de "Ulmá".
Indios cortaban leña, indios manejaban las barcas, indios descargaban
en Santa Teresa. Indios tapes misioneros la mayoría, algunos pampas
también. Bien puede calcularse en 700 los indios ocupados en la fortaleza
por 1775, los antiguos abuelos de tantos rostros cobrizos, de pelo chuzo
y callada mirada, oscuros y mansos que vemos hoy en torno al "Ojo de Ulmá",
oscuro y manso también.
1811, setiembre... Ráfagas de humo barren la gran Laguna. Recortándose
como oscura culebra contra el sol naciente del mar, una lenta
caravana avanza, subiendo y bajando médanos. Reflejándose en el
"Ojo de Ulmá", desfilan jinetes de hombros caídos y desamparo en la
mirada, carretas apresuradamente cargadas, niños, viejos, mujeres,
algunos perros... Pasan como sonámbulos rumbo al suroeste .
Son los ciento y pico de vecinos del pueblo de Santa Teresa, las familias
de la guarnición, pulperos, capataces de carretas, peones, que se han
puesto "en redota", escapando de la invasión portuguesa y buscando
refugio allá lejos, junto a Artigas... Aquí en Santa Teresa, está comenzando
el Éxodo del Pueblo Oriental. "Ulmá" presenció como quemaban
sus ranchos y se ponían en marcha...
1820. Transitando en el mismo sentido que "la redota", el "Ojo de
Ulmá" ve pasar una diligencia. Lleva al sabio francés Auguste de Saint
Hilaire. Entre otros, tiene el mérito de rescatarnos del olvido el nombre
indio de la Laguna Negra: "Le lac des Oulmaés"...
1825. Diciembre 30. La noche está muy oscura. Luego de un día en
que el sol de verano ha castigado con furia sus negras aguas, "Ulmá"
duerme confiada, arrullada por el bicherío menudo del bañado de la
Angostura, al sur...
De golpe se despierta, todo el oscuro circulo de aguas alerta. Un gran
silencio se hace en el bicherío del bañado. La vieja y sabia "Ulmá"
se pone a escuchar... Poco a poco un chapoteo lejano y sordo se va
acercando: caballos que cruzan el bañado. Trescientos jinetes, sombras
en la sombra, avanzan sigilosos. "Ulmá" sonríe. Conoce a esos jinetes.
Sabe quién los manda. Sabe a dónde van, agazapados como indios...
Es Leonardo Olivera con sus 300 gauchos. Han cabalgado de noche,
escondiéndose de día. Van a caerle por sorpresa a los brasileros de
Santa Teresa, tomándola para la Patria. "Ulmá" está de fiesta...
1897. Mayo 24. Es mediodía en campos de Risso, junto a la Laguna. Para
el lado de la "Lechiguana" se escuchan tiros, cada vez más nutridos. Al
Tiempo, una estirada columna de jinetes galopa en disparada, buscando
el abrigo del espeso Palmar en la punta del estero de la Angostura.
Eran tiempos revueltos. Dos meses atrás, Aparicio Saravia y Diego
Lamas Habían invadido el país empezando la Revolución del 97.
Ya habían sucedido "Tres Árboles" y "Arbolito". También junto a
"Ulmá", la oscura, vendrían hermanos orientales a enfrentarse hasta
la muerte...
Les fue mal a los revolucionarios de Marcelo González... El tiroteo y la
disparada de jinetes blancos había comenzado dos horas antes en la
zona del "Maturrango", desplazándose la acción hacia la "Lechiguana",
buscando los fugitivos encontrar vía de escape por la Angostura rumbo
al Brasil, huyendo de las huestes gubernistas del Coronel Manduca
Carabajal.
Este combate de "Maturrango- Lechiguana" fue la acción más importante
librada en territorio róchense, cuando el 97. Allí se enfrentaron
dos contingentes nutridos -por lo menos 350 combatientes por bando-
hubo heridos, hubo muertos, se tomaron prisioneros... Un combate
en toda regla.
¿Cuántos secretos guardarán los Palmares y esterales de esa rinconada
junto a la Laguna Negra? ¿Cuántas lanzas, trabucos y carabinas -abandonadas
en la premura de la disparada al Chuy- estarán durmiendo
olvidadas en el fondo del bañado de la Angostura?...
Solamente, la vieja y sabia "Ulmá" puede saberlo.
Articulo extraido del Almanaque 2003 del Banco de Seguros del Estado.-
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