Sentado cerca del fogón tomando unos mates solo y tranquilo, cerca del Paso de Arias, se me acerco al trote un paisano de la zona, Don Armenio, con el cual habíamos tomado tiempo atrás, unas grapas en lo de Galengo, allá por San Gabriel.
Saludando empezó a desmontar y después de desensillar, estiro la mano para el saludo de rigor y pidió permiso para sentarse en una piedra junto al fuego.
Hablamos del tiempo, de tropas, de las pencas en Fray Marcos y de mis viajes a caballo a donde fuera, "Ud. es medio gitano, me dicen que arma toldo donde sea y siempre anda sin apuro". Pegamos unos tajos a un pedazo de capon que había puesto en cruz cerca de las brasas, así estiramos hasta la caída del sol, cuando empezó a prepararse para irse pa las casas. Ya casi rumbeando para donde estaba atado su caballo me dijo...
"Me decía Galengo el otro día que a Ud. se le conoce como el Tordillo, pero que se apellida Pintos... ¿Usted conoció a un tal Aniceto Pintos, que era de por allá, del lado de Villa vieja?"
“Por supuesto, mi abuelo paterno, nacido y criado en esa zona, aunque después supo venirse más cerca del pueblo y se asentó cerca de la Cuchilla Santarcieri. ¿Me dice que lo conoció?”
“Cuando yo era muy mozo, el tenia una maquina de esquilar, armaba el grupo y salía a hacer la zafra por todas las estancias de los alrededores, me acuerdo que siempre le llamaba “mi cumparsa”.
Me dio conchabo, primero de benteveo, después de agarrador, embolsar y clasificar lana, termine esquilando y amontonando chapas, su abuelo me enseño todos los quehaceres de la esquila y por años me llevo en su cumparsa”
“Si, el abuelo era muy buscavidas y siempre andaba haciendo algo para mantener a los siete de su cría, un hombre que sin saber leer ni escribir, siempre tenía algún negocio o changa para hacer”
Siguió Don Armenio, “Cuando dejo de esquilar se fue p’al pueblo y ahí le perdí un poco el rumbo, me entere que los pesos que había juntado con las zafras, los uso para abrir un almacén y carnicería por el barrio Los Álamos”
“Cierto, y según me contaba mi padre, no le fue muy bien”
“Lo que pasa que su abuelo tenía tres pingos que le llevaron la plata a caballo”
“¿Me dice que el abuelo era jugador?”
“No hombre, los pingos de su abuelo se llamaban, Bondad, Confianza y Fiado, los primeros dos, muy buenas condiciones, pero son las que llevan al Fiado, un potro que se lleva todo a los pechazos.
Pero el hombre siempre siguió confiando en el hombre, me lo volví a encontrar muchos años después, con un carro grande y dos yeguas frisonas, recorría la campaña haciendo de mercachifle, yo andaba por los pagos de Talita cuando nos cruzamos, comimos, proseamos, tomamos mate y después se fue, no sin antes dejarme una media bolsa de maíz para darle a mi zaino... como yo andaba pelado, se la quede debiendo”
Ahí nomas Don Armenio Morales, dio la conversación por terminada, ensillo despacio, monto, metió mano al carpincho y desde el recado me estiro la mano…
“Buen hombre su abuelo, a ver si le compra algo a los bisnietos en mi nombre... y que mi cuenta quede saldada”
Me dio un rollito con veinte pesos y se fue al tranco.
El Tordillo
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