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Mario Giacoya nace en Sarandi Grande, Florida, Uruguay, en 1951. En 1978 se radica en Montevideo. Realizo sus estudios en distintos talleres: Dayman Antúnez, Miguel A Pareja y Salguero. Hoy día pasa la mayoría de su tiempo en su atelier en el departamento de Maldonado. Su Blog es http://giacoya.blogspot.com/
TEXTO DE UN CRÍTICO PARAGUAYO: OSVALDO GONZÁLEZ LEAL
Se ha dicho que los niños -cuando pintan- son de naturaleza "fauves" y que la visión primigenia es eminentemente conceptual. Y bien, Giacoya -pintor auténticamente ingenuo- es de los que tienen el don de seguir viendo el mundo con los ojos puros e incontaminados de la infancia, recreando la perdida gracia preternatural, en cuadros de gran frescura y candor.
Sus temas, por otra parte, participan de la nostalgia y de los recuerdos: recuperables sólo a través de la visión estética que actúa a la manera "proustiana"; en busca del tiempo perdido, para asombrarnos y maravillarnos con los colores más puros y expresivos de su paleta. La mitología e iconografía folklóricas (hasta podríamos decir criolla) que constituyen la base de su temática, coinciden -en su espontaneidad- con la factura y la composición de sus cuadros, mostrando una sabiduría cromática no enseñable en las academias de arte y pintura. El descubrimiento del mundo impoluto, "acabado de nacer" de Giacoya constituye un verdadero oasis para los sentidos del hombre de la calle, contaminado por la polución de las imágenes publicitarias y la depredación visual de la naturaleza. Su expresionismo ingenuo y poético es un consuelo y una lección para esa humanidad que ha perdido el sentido de lo maravilloso.
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Se ha dicho que los niños -cuando pintan- son de naturaleza "fauves" y que la visión primigenia es eminentemente conceptual. Y bien, Giacoya -pintor auténticamente ingenuo- es de los que tienen el don de seguir viendo el mundo con los ojos puros e incontaminados de la infancia, recreando la perdida gracia preternatural, en cuadros de gran frescura y candor.
Sus temas, por otra parte, participan de la nostalgia y de los recuerdos: recuperables sólo a través de la visión estética que actúa a la manera "proustiana"; en busca del tiempo perdido, para asombrarnos y maravillarnos con los colores más puros y expresivos de su paleta. La mitología e iconografía folklóricas (hasta podríamos decir criolla) que constituyen la base de su temática, coinciden -en su espontaneidad- con la factura y la composición de sus cuadros, mostrando una sabiduría cromática no enseñable en las academias de arte y pintura. El descubrimiento del mundo impoluto, "acabado de nacer" de Giacoya constituye un verdadero oasis para los sentidos del hombre de la calle, contaminado por la polución de las imágenes publicitarias y la depredación visual de la naturaleza. Su expresionismo ingenuo y poético es un consuelo y una lección para esa humanidad que ha perdido el sentido de lo maravilloso.
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La obra de Giacoya penetra en forma limpia y pura en la retina de quienes todavía creemos en la capacidad del hombre para expresar, a través de distintos medios en su caso el arte plástico, la alegría de vivir y somos agradecidos por ello a Dios.
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