Caminando a Berrondo.
Salí del Club Florida, después de tomarme mi ritual cortado del desayuno, al tranco y sin apuro tome rumbo para la estación, las calles vacías de gente, alguna vecina barre la vereda, otra cruza la calle a las zancadas hacia una panadería.
Al llegar a Plaza Italia, me siento a mirar algo que siempre me llamo la atención, dos hombres de estatura y físico no muy grandes, descargaban tremendas medias reses, enganchando la cabeza dentro de la carcasa y el animal en su muerta plenitud sirviendoles de capa, las puertas de la carnicería abiertas de par en par, les daba la bienvenida.
Cuando por la Avenida Artigas cruzo el Tomas González, aquel arroyo que me trae recuerdos de nadar bajo su puente, me invade la tristeza por la contaminación y mugre que lo ha hecho casi desaparecer, bolsas y botellas de plástico, reemplazaron el agua y los puentecito de piedra que hacíamos para jugar a las represas. El puente en si, parece haber sido refaccionado recientemente, el entorno es penoso.
Jardines perfumados, muros blanqueados, campanas de iglesia, flores de todos colores, me acompañan, desde el puente hasta la estación parece que lo hubieran tocado con una varita mágica y todo se ve más limpio y brillante.
Al llegar a la estacion camino todo alrededor, cruzo las vías, rodeo los viejos galpones, vuelvo a cruzar las vías, vagones abandonados, fierros herrumbrados, durmientes en su siesta final se pudren y deterioran por todos lados, las oficinas casi tapiadas y los yuyos que invaden toda la zona, me deprimen.
Pienso en mi tío Luciano y su compañero Melgar que vivieron toda su vida dedicados al ferrocarril, limpiaban, arreglaban, recorrían con la zorra cada metro de la vía, parecía que la lustraban y a veces hasta nos llevaban hasta Parada Sánchez y vuelta disfrutando del viento y la aventura de andar en zorra.
Me siento sobre una pila de escombros, abro la matera, preparo el amargo, mientras espero que la yerba se acomode a mi satisfacción, me pregunto porque un servicio tan importante en todo el mundo, en nuestro país esta totalmente arruinado, me regocijo recordando viajar a escondidas hasta Blanquillo, volver con Ceibal en el primero de la mañana después de un baile en Santa Lucia, o de las interminables pero lindas horas para llegar a Montevideo, con la esperanza de levantar algo en el desfile de carnaval.
Hoy es solo un recuerdo, las aventuras, la juventud, el ferrocarril…tomo mate, tranquilo, saco unas foto, me sacudo la nostalgia y rumbeo para Berrondo que hoy es es el destino final de mi caminata
Voy a secarme las lagrimas y…después se las sigo.
El Tordillo
Amigo Alberto tome las fotos que quiera, encantada de poder servir de algo a este hermoso blog que ha construido.
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