Si andas por la ruta 6 al norte de San Gabriel, sigue unos kilómetros, pasa el puente del Tornero, en cuanto llegas a la portera de lo que era la Cabaña Castro, dobla a la derecha y sigue hasta el río por una huella que hay a lo largo, del lado de afuera del alambrado. Mirando el río sobre tu mano derecha vas a ver las lagrimas de un sauce que caen sobre una lagunita que parece estar hirviendo de mojarras.
Allí esta mi tumba.
Todavía no la uso, pero se que un día será el destino final de mis andanzas por mi tierra, ahí, sentado al lado del fogón, murió mi abuelo Serapio con una sonrisa en la boca, ahí, mis padres gozaron de sus mejores momentos familiares, ahí, mi hermano y yo con todos nuestros primos, nos fuimos haciendo primero muchachones y después hombres, conviviendo con gente de campo que por ser muy modesta, no tenia mas remedio que vivir en el pueblo, pero cuando podía, salía a disfrutar del agua y el monte, aunque siempre del lado de afuera del alambrado.
Ahí me encontraras el día que entregue mi último suspiro y me vaya a reunir con todos mis antepasados en un fogón grande junto al río.
Por eso, si andas por ahí, acércate a la laguna, aunque no me conozcas o te acuerdes de mí, mete los pies en su frescura.
Báñate con la sombra de los sauces.
Si andas tomando mate, tírame una cebadura.
Del asado tírame un hueso.
Pero si andas pescando, no te molestes en poner carnada, que yo, desde el vientre del agua te colgare las piabas de tu anzuelo.
Ahí esta mi tumba, y en mi eternidad estaré como estuve en vida, por una razón u otra, siempre, del lado de afuera del alambrado.
El Tordillo
Allí esta mi tumba.
Todavía no la uso, pero se que un día será el destino final de mis andanzas por mi tierra, ahí, sentado al lado del fogón, murió mi abuelo Serapio con una sonrisa en la boca, ahí, mis padres gozaron de sus mejores momentos familiares, ahí, mi hermano y yo con todos nuestros primos, nos fuimos haciendo primero muchachones y después hombres, conviviendo con gente de campo que por ser muy modesta, no tenia mas remedio que vivir en el pueblo, pero cuando podía, salía a disfrutar del agua y el monte, aunque siempre del lado de afuera del alambrado.
Ahí me encontraras el día que entregue mi último suspiro y me vaya a reunir con todos mis antepasados en un fogón grande junto al río.
Por eso, si andas por ahí, acércate a la laguna, aunque no me conozcas o te acuerdes de mí, mete los pies en su frescura.
Báñate con la sombra de los sauces.
Si andas tomando mate, tírame una cebadura.
Del asado tírame un hueso.
Pero si andas pescando, no te molestes en poner carnada, que yo, desde el vientre del agua te colgare las piabas de tu anzuelo.
Ahí esta mi tumba, y en mi eternidad estaré como estuve en vida, por una razón u otra, siempre, del lado de afuera del alambrado.
El Tordillo
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